miércoles, 11 de abril de 2018

Feministas sevillanas a por la III


La III República no es una utopía. Es una urgente necesidad de regeneración democrática. Y puede ser una realidad, si todas nos unimos y luchamos juntas por conseguirlo. 

Fue con la proclamación de la II República y la aprobación de la nueva constitución, cuando la igualdad, también entre ambos géneros, pasó por fin  a ser una posibilidad real,  gracias en gran parte a la inclusión de las primeras diputadas, Victoria Kent (Izquierda Republicana), Margarita Nelken (Partido Socialista) y Clara Campoamor (Partido Radical). Y en especial , gracias a la aportación de la última en la redacción del artículo 25 "No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas, ni las creencias religiosas. El Estado no reconoce distinciones o títulos nobiliarios" y en su victoria en la vehemente lucha por derechos como el voto femenino, la educación o el divorcio.

El principio de una sociedad construida en base a la igualdad y las libertades alcanzadas, se vieron interrumpidas durante décadas por la dictadura machista y patriarcal de Franco; y sigue sin existir a día de hoy, en pleno siglo XXI, después de décadas de un Estado en forma Monarquía Constitucional, con un Rey impuesto por el dictador y nunca sometido a un referéndum de la ciudadanía; y con una Constitución, la de 1978, redactada sin tener en cuenta las reivindicaciones feministas (despreciadas con el "ahora no toca") y con toda una serie de preceptos claramente antidemocráticos, como la contradicción constitucional entre el artículo 1.2  “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y el artículo 56, apartado 3, que dice “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Es una terrible vulneración del principio de igualdad entre todas las españolas que proclama nuestra Constitución, que urge corregir. Y si para conseguir la igualdad real es necesario iniciar un proceso constituyente, que así sea.


Las mujeres de Sevilla no olvidamos las torturas, violaciones y asesinatos de muchas de nosotras, a las que esta Monarquía Constitucional, heredera del franquismo, y esta contradictoria democracia pactada, humillan cada día que mantienen impunes tanto a los torturadores y asesinos que siguen vivos, como la memoria de los que ya no lo están; no olvidamos que Queipo de Llano, que basó su poderío militar en la violencia contra las mujeres, permanece enterrado con todos los honores en la Basílica de la Macarena, mientras las víctimas del terrorismo de Estado en la dictadura, los cuerpos de nuestras abuelas, continúan ignorados en las cunetas.

Las feministas exigimos vidas dignas de ser vividas, en una sociedad que se base en la igualdad y el respeto a la diversidad. Somos conscientes de que un objetivo tan básico, es un imposible bajo el yugo de la Monarquía y la Iglesia; y estamos dispuestas a luchar por el mundo que queremos, aprendiendo de las experiencias republicanas pero sin nostalgias, mirando hacia adelante:

Hacia la III 




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